IMPERIO
AGRADECEMOS AL AMIGO Y LECTOR Hernando Cañardo, su aporte valioso por demás.


"El legado de Vietnam: la amenaza y el uso de la fuerza en la política exterior norteamericana"

Por Hernando V. Cañardo*


I. Introducción

El uso de la fuerza militar se ha convertido en una cuestión espinosa para los líderes políticos norteamericanos desde hace un cuarto de siglo. Tras el fracaso de la política estadounidense y su brazo militar durante el conflicto de Vietnam (1962-1975), ha sido difícil para los políticos ganar apoyo interno para usar la fuerza, como instrumento de la política de Estado.
La utilización del poder militar en estos últimos veinticinco años, comprendiendo tanto las amenazas de uso como la conducción de las operaciones militares, ha generado siempre controversias y dudas; y sus resultados han sido variados, mezclándose éxitos y fracasos.
Las fuerzas armadas de los Estados Unidos, gigantescas, perfectamente entrenadas y preparadas para el combate, y con un avance tecnológico sin paralelos, son indiscutiblemente desde la caída del imperio soviético las más poderosas del mundo. Así lo han demostrado su competencia, su poder letal y el alcance global de las mismas. Sin embargo, con raras excepciones, quienes llevan a cabo la conducción de la política norteamericana han visto que el anuncio del uso de la fuerza en una cuestión determinada, no ha sido suficiente para cumplir con los objetivos propuestos; y se ha debido utilizar la fuerza, si bien en forma limitada, para llegar al objetivo político.
En algunos casos el uso "limitado" de la fuerza, tampoco ha sido suficiente; haciendo dudar a los presidentes de los Estados Unidos sobre que opción era conveniente, si una retirada o la guerra total, para llegar al fin propuesto, por la fuerza de las armas.
En la década desde 1980, la mayoría de los jefes militares norteamericanos, así como muchos políticos y especialistas sacaron la siguiente conclusión del fracaso norteamericano en Vietnam: la fuerza militar sólo debería utilizarse como último recurso, para proteger intereses vitales de los Estados Unidos y con una firme intención de ganar. Además, las amenazas de uso de la fuerza no deben usarse como parte de la diplomacia. Sólo deben usarse cuando los medios diplomáticos fracasan; y en este caso sólo si "el objetivo es claro y atrae el apoyo del pueblo norteamericano y del Congreso"1.
El General Colin Powell, antiguo jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos es un ferviente admirador de lo que se llamó la Doctrina Weinberger. Powell, entiende que la amenaza del uso de la fuerza solo funcionará cuando los líderes norteamericanos estimen que están preparados para usarla; sólo debe usarse como último recurso, con decisión, rápidamente y con el mínimo riesgo de vidas de soldados norteamericanos2.
Otros líderes políticos norteamericanos tienen una visión distinta; entendiendo que el fracaso de Vietnam debe ser entendido en su entorno, y no proyectado a otras situaciones como ejemplo. Esta corriente de opinión entiende que puede haber un uso limitado de la fuerza en apoyo de las acciones diplomáticas, para cumplir objetivos limitados, sin llegar a un conflicto total. Así, el antiguo Secretario de Estado George P. Schultz quien entiende que "la diplomacia sin fuerza, siempre será insuficiente en el mejor de los casos, y peligrosa, en el peor de ellos". "El uso de la fuerza no necesita apoyo del público, en sus primeras instancias; ya lo tendrá después si es consonante con los intereses de América y sus valores morales"3.
De acuerdo a esta doctrina, los Estados Unidos, deben utilizar una fuerza limitada con objetivos limitados y retirarse de las acciones sin riesgos. Mejor utilizar la fuerza cuanto antes en una crisis y no después; siendo la misma una importante ayuda a la persuasión diplomática.
Con la desintegración de la Unión Soviética, y el fin de la Guerra Fría, este debate comenzó a decrecer y los norteamericanos debieron enfrentarse con una serie de problemas, que si bien, en forma separada, eran mucho menores que la amenaza soviética; colectivamente presentaban desafíos.
La situación militar cambió drásticamente y el poderío militar norteamericano reinó supremo; así el riesgo de que una intervención limitada en algún lugar del mundo pudiera escalar a una confrontación general desapareció.
A pesar de ello, los presidentes George Bush y Bill Clinton, se vieron enfrentados con varias situaciones donde era necesario aplicar la fuerza militar en forma "limitada".
Durante los ocho años, que cubre este estudio, surgieron nuevos desafíos a los intereses norteamericanos que no podían ser tratados por medios solamente diplomáticos, como lo establecía la doctrina Weinberger; problemas que resistían soluciones multilaterales y presiones de cualquier tipo. Sin miedo ya a una confrontación con Rusia, los políticos norteamericanos hicieron uso frecuente de la fuerza para solucionar estos desafíos; en algunos casos de acuerdo a los postulados de Weinberger, pero en la mayoría de ellos, entendiendo que la marcha de los acontecimientos llevaba indefectiblemente a las opciones de Schultz, sobre el uso limitado de la fuerza en apoyo de la diplomacia.
Los Estados Unidos tuvieron éxito en algunas de estas oportunidades y fracasaron en otras; el éxito nunca fue fácil y mucho le costó a los norteamericanos que sus ocasionales adversarios siguieran sus postulados; aún naciones muy pobres, sin poderío militar; e inclusive facciones políticas en naciones arrasadas fueron inexplicablemente resistentes al poder americano.
El uso del poder militar, por parte de Estados Unidos, tuvo resultados positivos para este país, pero los resultados no fueron fáciles de conseguir y las consecuencias tampoco fueron tan claras como los Estados Unidos lo hubieran deseado. Dada la manifiesta superioridad del poder militar estadounidense, no resulta fácil comprender esta situación.
Baste mencionar, que el éxito militar más importante de las fuerzas armadas norteamericanas en el período posterior a la Guerra Fría la expulsión del ejército iraquí que invadió Kuwait en 1991 se debió a que la disuasión fracasó. La más grande demostración de poder militar norteamericano el envío de más de medio millón de soldados, el llamado a las reservas, la formación de una alianza militar global; aún una campaña aérea devastadora contra el ejército de ocupación iraquí y contra blancos estratégicos en el interior de Irak; no logró que Saddam Hussein cediera a las demandas de los Estados Unidos y sus aliados, debiendo expulsar a los iraquíes de Kuwait por la fuerza.
Este es un claro caso en el que la amenaza de usar la fuerza no fue suficiente. Las razones de ello pueden estar en que Saddam Hussein no creyera en las amenazas, o no considerara efectiva la capacidad militar norteamericana; o que prefiriera la derrota militar en Kuwait, con otros designios en mente.
La pregunta que surge, es pues, ¿porqué ha sido tan difícil para Estados Unidos lograr sus objetivos a través de la diplomacia y aún utilizando la fuerza", ¿Esta situación cambiará a medida que la comunidad internacional reconozca definitivamente que Estados Unidos es la única superpotencia militar que queda, o es la fuerza militar un haber con escasa utilidad para los intereses norteamericanos en el nuevo contexto internacional"
Para responder estas preguntas deben examinarse los casos más importantes en que los Estados Unidos utilizaron sus fuerzas armadas, para el apoyo de objetivos políticos en situaciones específicas, durante las administraciones de Bush y de Clinton.
En algunos de estos casos, Irak y Bosnia, las amenazas y el uso de la fuerza se han convertido en elementos permanentes en las relaciones entre Estados Unidos y sus adversarios.
Las fuerzas armadas norteamericanas han sido utilizadas en numerosas ocasiones durante el período estudiado (1988-1996); desde operaciones de carácter humanitario a ejercicios conjuntos con fuerzas armadas de naciones aliadas; desde operaciones logísticas en apoyo a la Organización de Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales gubernamentales a despliegue de fuerzas de carácter disuasorio.
El objeto de este estudio no abarcará la mayoría de los casos enumerados previamente; sino supuestos específicos donde se utiliza la fuerza armada en forma activa conduciendo operaciones mili-tares, en el contexto de objetivos políticos de los Estados Unidos, o de este país en conjunción con otras naciones u organizaciones internacionales.
La cuestión clave a analizar es en qué conflictos actuó Estados Unidos, cuáles fueron los resultados y porque se da frecuentemente la inhabilidad de Estados Unidos de cumplir sus objetivos a través de la diplomacia y del uso de la fuerza, a pesar de la dominación política y militar que ejerce de "facto" desde 1989.
Es un hecho ya mencionado, que las experiencias sufridas por Estados Unidos en la guerra de Vietnam y algunos accidentes sufridos durante la administración del Presidente Carter, como la toma de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán y el rescate fallido de los rehenes por parte de EE.UU; y durante la administración del Presidente Reagan, como la voladura de las barracas de la Infantería de Marina en Beirut en 1984; dejaron una pesada herencia en la administración de la política exterior norteamericana.
En relación con Irán, la toma de la Embajada de los Estados Unidos en Noviembre de 1979 y la captura del personal diplomático y consular de la misma por estudiantes radicalizados, produjo que 52 ciudadanos norteamericanos fueran tomados como rehenes durante 444 días. Este problema, que dominó la agenda electoral durante 1980 año de elecciones en los Estados Unidos, se agravó cuando en abril de ese año, se envió una misión de rescate compuesta por la llamada DELTA FORCE, misión que falló sin siquiera entrar en contacto con el enemigo, muriendo ocho soldados; y que simbolizó la impotencia de los Estados Unidos en los asuntos internacionales. En Enero de 1981, los rehenes fueron liberados4.
Con respecto al Líbano, debe recordarse que el 23 de Octubre de 1984, el ataque suicida contra los cuarteles de las Fuerzas Multinacionales de Paz en Beirut, especialmente contra los batallones norteamericanos y franceses. En el primer atentado, 241 marines murieron y en el segundo 59 soldados franceses. Este atentado de la Jihad islámica, transforma la política norteamericana en el Líbano en forma permanente, dentro del enfrentamiento que también mantenía con Irán.
Como represalia los franceses, que no habían perdido tantos soldados desde la guerra de Argelia, y ni uno desde entonces; lanzaron un ataque aéreo contra las Barracas Sheik Abdullah, cerca de Baalbek, desde donde los Guardias Revolucionarios Islámicos habían preparado los ataques suicidas.

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Los norteamericanos, que tampoco habían perdido tantos soldados en un solo incidente, ni siquiera durante la guerra de Vietnam, decidieron, primero, participar en la invasión de la isla de Grenada, dos días después, para distraer a una opinión pública ansiosa.
Dieciséis meses después, un auto bomba explotó en la vecindad de las oficinas del Sheik Mohammed Hussein Fadlallah, jefe espiritual del Hezbollah (Partido de Dios) en los suburbios de Beirut, con 80 muertos y más de 200 heridos. Este atentado fue atribuido, según algunas fuentes como el diario The Washington Post al accionar de la CIA, ya que el Sheik Fadlallah había bendecido a los suicidas antes del ataque a las barracas.
En el mes de Febrero de 1984, la evacuación de las tropas norteamericanas de Beirut, tiene lugar, mientras el acorazado Nueva Jersey, con sus cañones de 16 pulgadas, arrasaba la costa como despedida5.Puede decirse entonces, que debido a estos acontecimientos Vietnam 1975, Irán, 1979-1980, y Beirut, 1983; se percibe una cierta debilidad de parte de los Estados Unidos, en ciertas situaciones de uso de la fuerza militar. Y sostenerse, que hay una generación de líderes políticos en el mundo que tienen una percepción de debilidad en el poderío político y militar de los Estados Unidos; que hace que enfrenten cualquier conflicto con esta nación con la creencia de que los Estados Unidos pueden ser derrotados o verse obligados a retirarse, en determinadas situaciones.
Este punto de vista puede resumirse en las palabras que Mo-hammed Farah Aideed, líder de una facción somalí, le expusiera al Embajador norteamericano Robert Oakley, enviado especial a Somalia, durante la fallida intervención militar en este país entre 1993 y 1995. "Hemos estudiado Vietnam y el Líbano, y sabemos como hacer que los norteamericanos se vayan; matándolos, así la opinión pública, pondrá fin a estos casos"6.
Aideed tenía razón, y la retirada de Mogadishu no sólo fue una derrota humillante para los Estados Unidos, sino que vino a reforzar la percepción sobre la falta de voluntad de este país y complicó los esfuerzos norteamericanos para lograr sus objetivos por los cauces diplomáticos, es decir, sin recurrir a la fuerza.

Este juicio básico, que tienen algunos líderes de Estados, de creer que pueden enfrentarse al poderío militar norteamericano, ha hecho muy difícil para Estados Unidos concretar sus fines sin tener que conducir operaciones militares, aún a pesar de su apabullante superioridad. Dicha percepción y la consiguiente necesidad de usar efectivamente la fuerza militar, debido a que ciertos países no creen que Estados Unidos la vaya a utilizar; ha creado un gran obstáculo para la resolución de los conflictos y la protección de los intereses norteamericanos en el mundo.
¿Cuáles son entonces las condiciones que facilitan la efectividad de una amenaza militar"
Estas condiciones no son requisitos, sino elementos que hacen que la amenaza de utilizar la fuerza tenga éxito, e incluyen el contexto en que la amenaza se hace y el carácter de la amenaza en sí con el fin de que la misma sea creíble en el líder extranjero (contexto + carácter: credibilidad de la amenaza).
Una vez que el líder extranjero recibe la amenaza o demanda, el mismo deberá tener la percepción y calcular cuanto le costará cumplir con la demanda; es decir hacer el balance entre el costo de cumplir y el costo de desafiar la amenaza. Este balance que el líder hace, representa la potencia de la amenaza o de la demanda7.
Los usos de la fuerza militar, por parte de los Estados Unidos, tienen más probabilidades de éxito cuando este país actúa en un contexto histórico apropiado. Cuando existe un precedente o precedentes en sus demandas o acciones. Esto es razonable ya que por experiencia la reafirmación de posiciones desde larga data, es más posible de ser tomada en cuenta, y en serio, que declaraciones que versan sobre nuevas demandas; particularmente, cuando la credibilidad de una reclamación tradicional ha sido probada por la fuerza de las armas.
En cambio, frente a nuevas reclamaciones de los Estados Unidos, que invocan intereses vitales, puede ser que el líder extranjero decida probar la seriedad o severidad de los reclamos o de la demanda. Este desafío, si ocurre, significa que la amenaza es poco efectiva; entonces los objetivos de los Estados Unidos deben realizarse a través de la coacción militar.
Los precedentes también pueden tener efectos negativos. Se verá más adelante, que el hecho de que el poderío militar de los EE.UU haya sido resistido con éxito, en Vietnam y en otros lugares por potencias militares menores, ha afectado adversamente la credibilidad de los EE.UU en años recientes8.
Un segundo factor que puede determinar la credibilidad o posibilidad de acciones militares, por parte de los Estados Unidos, es la presencia o ausencia de un amplio apoyo de la opinión pública para el inicio de una nación militar; y la presencia o no de apoyo entre los miembros del Congreso también es influyente.
Desde Vietnam, la oposición doméstica aumenta la posibilidad de que Estados Unidos no cumplirá con la amenaza, si es desafiado; o aún de que, si actúa, la fuerza de la opinión pública hará que tarde o temprano se vea obligado a retirarse.
Desde 1975, en muy pocas ocasiones ha habido apoyo de la opinión pública para las iniciativas de uso de la fuerza militar, al menos antes de que la operación haya sido exitosa. De esto puede surgir alguna evidencia, para que los líderes de algunas naciones puedan citar como precedentes, a sí mismos y a sus pueblos, que los Estados Unidos pueden retirarse o no iniciar una operación militar.
Un tercer factor contextual que parece influir en la percepción de la credibilidad o posibilidad de un ataque militar, por parte de los Estados Unidos, es el apoyo de los terceros Estados a la posición que plantea los Estados Unidos en un momento determinado. Las protestas de naciones aliadas pueden coartar la intención de actuar o de continuar una acción; ya que un alto costo se podría acarrear al perderse relaciones que son para los EE.UU de mayor importancia que la demanda en cuestión.
Este factor ha cobrado una relevancia mayor en los últimos años9. Aún en la invasión Grenada, la acción fue llevada dentro del marco de una solicitud de intervención hecha a los EE.UU por los países que formaban la OECS Organización de Estados del Caribe Oriental ; ya que EE.UU se ha mostrado casi siempre contrario a actuar sin aliados frente a los nuevos tipos de situaciones que han surgido después de la Guerra Fría.
En el conjunto de estas circunstancias o factores, lo que interesa no es sólo la realidad del apoyo aliado sino la percepción que tiene el contrario de este hecho. Así, la creencia de Saddam Hussein de que EE.UU no utilizaría la fuerza militar durante el conflicto del Golfo, se debía a que él pensaba que dicho país jamás llevaría a cabo operaciones en Irak, porque de acuerdo a su punto de vista, las naciones árabes aliadas de la coalición no participarían y dejarían la alianza10.
El último factor contextual, que influye las demandas que pueden desembocar en el uso de la fuerza militar por parte de los Estados Unidos, es la reputación del Presidente y de otros oficiales de alto rango en la Administración. Existe discusión sobre este factor; y en el estudio de los casos prácticos no hay diferencias a discernir entre la reputación de los presidentes Clinton y Bush.
Otro factor que contribuye en forma importante a la credibilidad del uso de la fuerza se refleja en el carácter de la amenaza, es decir, en la forma en que ésta es hecha. Un sentido de urgencia debe ser parte de demanda, o el líder al que se le envía el mensaje creerá que se está frente a una estrategia de dilación o inacción y que esto será lo más efectivo para evitar el cumplimiento. Establecer un plazo cierto para el cumplimiento es un elemento importante11.
En 1989, el Gral. Manuel Noriega entendió que los EE.UU preferían que él abandonara el poder y el sistema democrático se restableciera. Pero como los EE.UU apoyaron las negociaciones entre la Organización de Estados Americanos (OEA) y Noriega, sin expresar o articular una amenaza clara y precisa de que si no cumplía y se iba, sería removido por la fuerza; Noriega, aparentemente, interpretó las acciones estadounidenses como mera retórica y creyó que los ejércitos militares en la zona del canal eran un "bluff"12.
Las amenazas o mensajes verbales son más efectivos cuando van acompañados por acciones militares tangibles, pasos que indican la gravedad de la situación; de ese modo se le otorga verosimilitud a las palabras demostrando la voluntad de gobierno de pagar un precio por la situación o, mejor dicho, por cambiar la situación.
Debe tratar de demostrar la mayor voluntad posible desplegando fuerzas en el potencial teatro de operaciones. Aquí, el desplazamiento de tropas terrestres ha demostrado ser más efectivo que de unidades navales; ya que el desplazamiento de las primeras demuestra la voluntad de pagar un precio político al poner la vida de soldados en riesgo
De igual forma la movilización de las reservas ha sido un medio efectivo de darle credibilidad a las palabras en una determinada situación. Interrumpir la vida de los ciudadanos llevándolos de nuevo a las fuerzas armadas y separándolos de sus familias y lugares de trabajo demuestra la intención de un gobierno de pagar un alto precio por llegar a cumplir un objetivo.
El contexto y el carácter de la demanda o de la amenaza de una acción determina la credibilidad de la misma en la mente del líder al que van dirigidas.
Pero si un líder decide o no cumplir con lo que se le pide o exige, estará condicionado por las características de la demanda o petición. Para que una demanda o petición sean efectivas deben ser específicas, claramente articuladas y puestas en términos tales que el líder las entienda. En algunos casos quien recibe la demanda, no entiende que es lo que se le está exigiendo o cuáles son las peticiones; de allí que no actúe de acuerdo a las mismas, aún cuando hubiere querido hacerlo13.
Debe tenerse en cuenta, además, que la demanda puede ser más o menos onerosa, o de difícil cumplimiento por parte de las personas a las que se dirige; y esto depende del contenido específico de la misma ¿Qué es lo que se demanda"
En un extremo, algunas demandas no pueden ser cumplidas. En otros casos, los Estados Unidos y otras naciones no han entendido correctamente ciertas situaciones y han demandado ciertas acciones que el Estado al cual se dirigían no podía cumplir. Tal es el caso de las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética con respecto a la zona del Medio Oriente en las décadas de 1960 y 1970; cuando Estados Unidos demandaba y la Unión Soviética no cumplía, aquellos no comprendieron la inhabilidad de esta de influenciar ciertos países árabes y las facciones en pugna dentro de los mismos14.
La inclusión de incentivos de carácter positivo, o sea ventajas como contrapartidas, es una forma importante de mejorar la percepción que el líder extranjero tenga de una demanda o petición. Estas ventajas o contrapartidas cambian la percepción del contenido de la demanda misma y otorgan una excusa política para hacer lo que igual hubieran querido o tenido que hacer, es decir aceptar la petición o la demanda.
Un ejemplo clásico de este tipo de canje se dio en 1962, durante la llamada "crisis de los misiles"; donde la URSS se comprometió a desmantelar las instalaciones de misiles en Cuba, pero Estados Unidos retiró los misiles de Turquía que apuntaban hacia territorio Soviético.
La percepción de la dificultad de cumplir con una determinada exigencia se ve afectada también por el grado de "visibilidad" de la retirada de su posición. Un acatamiento que es "invisible" es más fácil de aceptar ya que quizás no acarree costos políticos. En cambio, una retirada visible y humillante es algo que un líder político quizás resista a toda costa.
Se entiende también, que la amenaza o el uso limitado de la fuerza es más efectivo cuando la conducta del Estado demandado solo requiere que éste no haga algo que ha amenazado o declarado que va a hacer; es decir la disuasión antes que el hecho consumado. En el caso del hecho ya consumado, el líder del estado debe llevar a cabo una acción visible. En cambio, en el caso de la disuasión, no se sabe, ni se puede saber, si en la ausencia de amenaza de uso de la fuerza, la otra parte hubiera llevado a cabo, la acción de la que se lo disuadió. ¿Acaso la URSS hubiera intentado tomar Berlín Occidental entre 1955 y 1963, si los EE.UU no hubieran amenazado con el uso de la fuerza armada para contrarrestar su iniciativa" Nadie puede decirlo.
Así, la disuasión es más efectiva; ya que la parte contraria puede retroceder en sus posiciones, sin ser esto un acto visible, y decir después que aún sin la amenaza, o a pesar de ella, no hubiera actuado tampoco.
En cambio cuando se requiere un acto positivo, por ejemplo la retirada Iraquí del territorio de Kuwait; la retirada se hace pública y evidente y puede tener consecuencias políticas regionales e internas, de allí que sea más difícil de lograr sin el uso de la fuerza.
Todas las condiciones mencionadas: contexto de la amenaza, carácter y grado de dificultad de cumplimiento de la misma, contribuyen a que un líder de Estado entienda el costo de cumplir o no cumplir con una demanda o petición de otro Estado, en este caso, los EE.UU. La finalidad de estas condiciones es que el estado entienda que si la amenaza es llevada a cabo, resultaría en una situación donde quedaría en peor posición, que si hubiera cumplido con la demanda. De ese modo el Estado debe balancear, como ya se ha dicho, el costo de cumplir con el de no cumplir. En definitiva una amenaza potente, es decir lo suficientemente real, deberá o debería producir el cumplimiento en un oponente racional.

II. Estudio de los casos.

Todas estas condiciones serán examinadas en cada uno de los ocho casos más importantes en los cuales se usó o se amenazó con usar la fuerza militar en forma limitada en apoyo de acciones de la diplomacia norteamericana, durante la presidencia de George Bush y el primer período presidencial de Bill Clinton, haciéndose un análisis sumario de los mismos.
Panama 1989-1990 "Operación Justa Cause"
El dictador panameño, General Manuel Noriega, fue un instrumento de la política norteamericana durante muchos años. Al finalizar la década de 1980, sin embargo, su valor declinó, como consecuencia del arreglo de la cuestión de la insurgencia en Nicaragua; además sus relaciones con los carteles de la droga, especialmente colombianos, se hicieron más abiertas y mayores.
Después de ser formalmente acusado en Febrero de 1988, en los EE.UU, por tráfico de drogas y lavado de dinero; las administraciones de Reagan y Bush, decidieron buscar la remoción de Noriega.
Al crecer la tensión entre los dos países, entre 1988 y 1989, las Fuerzas de Defensa de Panamá, una de las llaves de poder de Noriega, comenzaron a hostigar al personal militar norteamericano en el país y en la Zona del Canal, aumentando al mismo tiempo, la represión a la oposición democrática en el país.
Debido a las elecciones presidenciales, el gobierno norteamericano no inició presiones serias contra Noriega hasta 1989. En abril de 1989, los Estados Unidos aclararon su posición considerando que Noriega era un gobernante "ilegítimo" y que querían que se retirase. Al mismo tiempo, renovaron las sanciones económicas a Panamá y dieron a la oposición panameña diez millones de dólares en asistencia encubierta, en un esfuerzo para cambiar el rumbo de las elecciones de mayo de ese año en Panamá; enviando, asimismo, observadores a las elecciones.
Una vez que Noriega manipuló los resultados electorales; Estados Unidos inició una serie de maniobras diplomáticas, retiró a su embajador, y comenzó a trabajar a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) para negociar la renuncia de Noriega. Además, inició una serie de ejercicios militares en la Zona del Canal, para hacer más visible su presencia. Noriega continuó rechazando las presiones de los EE.UU e incluso sobrevivió a un golpe de estado, en el que Estados Unidos tuvo participación.
Sin embargo, cuando un oficial naval norteamericano fue asesinado, en Diciembre de 1989, el Presidente Bush autorizó rápidamente a las fuerzas armadas a invadir Panamá, capturar a Noriega y llevarlo a juicio a EE.UU.
En este caso, tanto las acciones diplomáticas como las amenazas de uso de la fuerza militar fracasaron; necesitándose el uso directo de la fuerza militar para que los objetivos de EE.UU se cumplieran. Las razones de esta situación y de su desenlace se relacionan con el contexto y el carácter de la amenaza en sí.
A pesar de una serie de declaraciones de los EE.UU a cerca de que creían que Noriega debía renunciar y de que el suyo era un gobierno ilegítimo; nunca se dijo en forma clara, inequívoca y definitiva que los EE.UU invadirían el país y depondrían a Noriega si no se cumplía la demanda de abandonar el poder15.
Ningún costo se especificó por no cumplir con la demanda de abandonar el gobierno, ni ninguna amenaza clara fue hecha; puede haber habido inferencias de esto a través de declaraciones norteamericanas, pero nunca se especificó claramente un plazo cierto para que Noriega hiciera abandono del poder en Panamá.
Los refuerzos militares enviados a la Zona del Canal, y los ejercicios militares realizados allí, fueron explicados como relacionados con la seguridad de la zona en vista del deterioro de las relaciones entre los dos Estados16.
La fuerza de invasión fue preparada en secreto y no hubo un ultimátum claro que obligara a Noriega a rendirse o a ser expulsado del gobierno. Esta forma de actuar se relaciona con la Doctrina Weinberger de cómo usar la fuerza en forma efectiva.
Era difícil para los integrantes de la Administración norteamericana amenazar efectivamente en este caso, porque era difícil que Noriega abandonara el poder sin un mensaje claro. Esto significa que Noriega no entendió que existía una seria amenaza por parte de Estados Unidos a su persona, dado que estos no explicaron en forma clara que acción tomarían si su demanda no era satisfecha; y Noriega no les creyó hasta que fue demasiado tarde para él.
Las relaciones entre EE.UU e Irak 1990-1998
Ocho meses después de la exitosa operación en Panamá la administración Bush tuvo un desafío mucho mayor en el Golfo Pérsico17.
En este caso, la amenaza del uso de la fuerza armada fue un elemento central de la estrategia de los EE.UU desde el inicio de la crisis. El Presidente Bush y otros oficiales del gobierno dijeron repetidamente y en forma inequívoca que si Saddam Hussein, no retiraba las fuerzas iraquíes que habían invadido Kuwait; los EE.UU estaban listos, con la ayuda de los aliados, para expulsarlos por la fuerza. La amenaza de concretar esta acción se hizo creíble, durante todo el año 1990, a través de la movilización y el despliegue de tropas en una gigantesca operación militar; operación que no podía dejar dudas en Saddam Hussein sobre la decisión del Presidente Bush de correr un riesgo político para implementar y llevar a cabo esa amenaza.
La credibilidad de EE.UU fue aumentada al forjarse una amplía coalición que apoyaba la acción norteamericana, y que incluía naciones árabes; además de los tradicionales aliados de los EE.UU, y otros "no tradicionales".
La fuerza de esa alianza se plasmó también en el campo jurídico internacional a través de la autorización del uso de la fuerza por parte de la Organización de Naciones Unidas;18 y en el campo jurídico interno de los EE.UU a través de la autorización del Congreso de enviar fuerzas de combate norteamericanas a combatir al exterior19; estableciéndose además, un plazo definido para el cumplimiento; demostrándose así la urgencia y potencia de la demanda.
Finalmente los EE.UU, inician una campaña aérea, previa a la ofensiva terrestre, dando evidencia de su poderío militar y voluntad de actuar; además de ofrecer a Irak una última oportunidad de retirarse de Kuwait en vez de ser retirados.
El contexto y el carácter de la amenaza, deberían haber previsto un éxito, antes de usar efectivamente la fuerza militar; pero Estados Unidos y sus aliados debieron invadir Kuwait y obligar a Irak a retirarse por la fuerza de las armas.
¿Cuál fue la razón de la conducta del gobierno iraquí" Quizás nunca sea conocida, dada la opacidad de su régimen, pero pueden sugerirse varias posibilidades como respuestas.
En primer lugar, a pesar de la visibilidad de la potencia militar de los EE.UU y de sus aliados en las zonas de operaciones, Saddam Hussein puede haber subestimado la capacidad de los Estados Unidos en relación con la fuerza militar de Irak; o quizás creyó que habría muchas bajas norteamericanas, obligando al Presidente Bush, presionado por la opinión pública, a finalizar las operaciones militares antes de que las tropas iraquíes se retiraran de Kuwait; tomando en cuenta la oposición que existía en ciertos sectores de EE.UU al uso de la fuerza y la fragilidad de la coalición.
Cabe la posibilidad, también, de errores de información, es decir, que los subordinados de Hussein no le dieran las evaluaciones negativas por temor a ser considerados traidores20.
Por otro lado, algunos entienden que los EE.UU nunca amenazaron con retirar del poder a Saddam Hussein o destruir su régimen si las fuerzas de ocupación no eran retiradas de Kuwait21.
Sin embargo, debe decirse, que se entiende que EE.UU sí realizó esta amenaza para disuadir a los iraquíes de utilizar armas químicas; es decir que si las utilizaban destruirían directamente el poder de Saddam Hussein en Irak22. Según la opinión dominante, la amenaza se restringió a la expulsión o destrucción de las fuerzas iraquíes en Kuwait, en parte, porque los miembros árabes de la coalición no querían o no podían aceptar un proyecto más ambicioso, que era el de destruir al régimen iraquí.

Desde la perspectiva de Saddam Hussein, en su visión estratégica, una derrota militar reteniendo el poder era preferible a una retirada ignominiosa; o sea, mejor la derrota militar frente a la abrumadora fuerza de la coalición que ceder a sus demandas; ya que su poder en Irak no estaba en juego, ni en riesgo, cualquiera fuera el resultado de la acción militar en su contra.
Con este resultado ambiguo, triunfo militar de la coalición liderada por Estados Unidos pero supremacía política de Saddam Hussein; la amenaza y el uso de la fuerza han sido un elemento central en las relaciones entre Irak y los EE.UU desde el fin de la Guerra del Golfo.
Inmediatamente después de finalizada la primera parte del conflicto, los EE.UU y sus aliados, a través de las Naciones Unidas23, intervienen en el territorio iraquí para proteger a los kurdos en el Norte de Irak y a las minorías Shiítas en el sur de Irak, estableciendo zonas de prohibición de sobrevuelo ("no fly zones") para la fuerza aérea de Irak. Estas acciones, a su vez, fueron acompañadas de apoyo encubierto a elementos rebeldes en esas dos regiones, en un intento de desestabilizar el régimen de Saddam Hussein24.
Las zonas de prohibición de sobrevuelo han sido observadas estrictamente, a través de patrullajes aéreos y, ocasionalmente, por el uso de misiles contra radares, instalaciones de lanzamiento de misiles y las estructuras de comando iraquíes. Pueden citarse dos ejemplos referidos a los ataques con misiles. Primero, en Septiembre de 1996, los EE.UU, atacan el sur de Irak, en respuesta a la intervención iraquí en el conflicto entre dos facciones kurdas en el norte de Irak. Cuando Hussein afirmó que no se respetarían las zonas de prohibición de sobrevuelo, los EE.UU amenazaron con devastadores ataques aéreos y el envío de fuerzas capaces de hacerlo; como respuesta Saddam Hussein parece dejar de intervenir en el conflicto.
El segundo ejemplo, durante la Administración Clinton, Estados Unidos ataca con misiles Crucero, en represalia por un intento de asesinar al ex Presidente Bush, durante una visita de éste a Kuwait. El complot fue descubierto, antes de que el atentado ocurriera, pero las represalias se hicieron para castigar a Irak y prevenir futuros incidentes de este tipo. Los ataques de misiles fueron dirigidos principalmente a los cuarteles de la inteligencia militar iraquí, que se estimaba habían estado implicados en el complot. Con esta acción se advirtió a Saddam Hussein que actos de terrorismo y operaciones encubiertas de esta naturaleza no serían tolerados.
Además de estos dos incidentes mencionados, el más grave que ocurrió desde 1991, fue en 1994, cuando en respuesta al movimiento de tropas iraquíes hacia Kuwait, los Estados Unidos despliegan nuevamente un gran poderío aéreo, naval y terrestre; listos para repeler cualquier invasión con el uso de la fuerza. Las fuerzas iraquíes se retiran poco después de la llegada de los refuerzos estadounidenses. Sin embargo, es difícil creer que la invasión fuera inminente, debido a la experiencia sufrida por Hussein en 1991, a la mayor debilidad de las fuerzas iraquíes y a la gran capacidad de respuesta de EE.UU y sus aliados.
Esta secuencia de incidentes, sin ser los últimos, presenta evidencias sobre la dificultad de utilizar la fuerza militar. En cada episodio los Estados Unidos tuvieron éxito en apariencia: la prohibición de sobrevuelo se respetó; en líneas generales no ha habido más complots contra objetivos norteamericanos desde las represalias por el fallido atentado contra Bush; y desde 1994 no ha habido más amenazas a Kuwait.
Sin embargo, desde el punto de vista estratégico, los EE.UU han fracasado ya que su verdadero objetivo se hubiera cumplido con la caída del régimen de Hussein o con un cambio radical en la conducta del líder iraquí. Por su parte, Saddam Hussein continúa ignorando las resoluciones del Consejo de Seguridad de las UN, aterrorizando a las minorías, y manteniendo una conducta beligerante frente a Kuwait y a otros estados de la zona25.
Este desafío permanente o periódico de Irak a los EE.UU, en la arena política, significa que EE.UU ha debido contentarse con el objetivo de la contención. Este fracaso ha ocurrido a pesar de que las condiciones para la actuación de los EE.UU eran positivas, es decir, que existían precedentes para las acciones militares, la opinión del público en Estados Unidos era favorable y los aliados tradicionales generalmente han cooperado; y cuando no lo han hecho Estados Unidos ha actuado en forma unilateral. Sin embargo, los Estados Unidos y sus aliados no han tenido la voluntad de llevar a cabo la acción que debería corresponder a sus intereses estratégicos: sacar a Saddam Hussein por la fuerza de las armas.
Esta debilidad se hizo evidente y manifiesta en 1996, cuando en respuesta a la acción militar iraquí contra una de las facciones kurdas, los Estados Unidos atacan en forma simbólica la zona sur de Irak, bien lejos de la zona del conflicto armado. Debe destacarse que en esta oportunidad la mayoría de los aliados no deseaban participar de la acción y, finalmente, Saddam Hussein toma el control efectivo del territorio del norte de Irak y desmantela la oposición kurda.
El conflicto continúa y, al finalizar 1997, Saddam Hussein prohibe la presencia de ciudadanos norteamericanos en los equipos de observadores de las UN (UN SPECIAL COMMISSION) que se encuentran en Irak inspeccionando y verificando la destrucción y el desmantelamiento de las armas de destrucción masiva de acuerdo a las Resoluciones del Consejo de Seguridad y los Acuerdos entre Irak y la ONU26. Saddam también prohibió la inspección en ciertos lugares, como los palacios presidenciales.
En Enero de 1998, nuevamente la autoridades iraquíes niegan la autorización a un equipo de inspectores, afirmando que el norteamericano que presidía el equipo era un espía. Ante una nueva amenaza del uso de la fuerza y de la intervención del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, quién negoció un acuerdo para que se reanudaran las inspecciones, se evitó una nueva confrontación si bien sin resolver el problema de fondo.
En Diciembre de 1998, aviones de los EE.UU y del Reino Unido iniciaron una campaña de bombardeos masivos en Irak, con el objetivo de debilitar el régimen de Saddam Hussein y lograr que Baghdad coopere con los inspectores de la Comisión que realizan las tareas de verificación. Esta campaña fue la consecuencia directa de las dificultades intrínsecas que tiene EE.UU al hacer uso de la fuerza en forma "limitada"; compuesta por problemas específicos e internos que sufría en ese momento la Administración del Presidente Clinton.
Ya desde Diciembre de 1997, Saddam Hussein venía poniendo a prueba la voluntad de los EE.UU con el tema de las inspecciones y los americanos contestaban con retórica y diplomacia, pero evitaron los ataques aéreos en varias ocasiones; la última en Noviembre de 1998 cuando los aviones ya estaban en ruta rumbo a sus blancos.
La estrategia de Saddam Hussein de probar y luego cumplir ha sido exitosa en un alto grado y ha sido costosa para los EE.UU tanto en el tema de la preparación militar, aspecto tangible, como en términos políticos, al parecer vacilante e indeciso, empleando una fuerte retórica pero buscando cualquier excusa para no utilizar la fuerza militar. Como resultado de esta política, el apoyo internacional a las inspecciones declinó tanto internacionalmente como en el plano nacional. Es seguro que los objetivos tácticos, es decir, el retorno de los inspectores, se cumplirán con los bombardeos de Diciembre de 1998; otra cosa es que se cumplan los objetivos estratégicos.
Los Estados Unidos siguen apoyando a grupos que buscan el derrocamiento interno de Saddam Hussein; aprovechando el descontento que existe en cierto grado por el bloqueo y las sanciones económicas; pero le falta la decisión clara: remover por la fuerza a Saddam Hussein; y esto sugiere que el conflicto entre EE.UU e Irak aún no ha terminado.

Somalia 1992-1995

La desastrosa intervención de los EE.UU en Somalia ha servido, más que ningún otro acontecimiento, para formar una idea de la eficacia del poder militar norteamericano. Estas acciones influyeron en los líderes de Haití y de Bosnia al enfrentarse con las amenazas de acción norteamericana en forma simultánea.
La situación de lo ocurrido en Somalia puede sintetizarse de la siguiente manera: las fuerzas militares norteamericanas entraron en Somalia en Diciembre de 1992, como parte de una misión multilateral de las NU llamada UNITAF, cuya intención era asegurar el suministro de alimentos y de otros elementos para finalizar una situación de hambruna, y preparar el camino para otra fuerza de la NU, mayor que la primera. Habiéndose cumplido este objetivo, en mayo de 1993, UNITAF dejó el lugar a UNOSOM II, fuerza que incluía 4500 soldados norteamericanos.
La misión de UNOSOM II tenía por finalidad desarmar a las facciones y clanes rivales que hacían imposible el restablecimiento de un gobierno central. En Mayo de 1995, las fuerzas americanas y toda la misión de la ONU se habían retirado de Somalia.
En Somalia, debido a errores políticos, los EE.UU permiten que sus fuerzas militares transformen el objetivo humanitario primordial y originario de la misión, en una acción destinada a lograr la paz en un conflicto político; desarmando facciones encontradas en el territorio somalí.
Cuando una de las facciones se resiste y mata a 24 soldados paquistaníes del contingente de la ONU; los Estados Unidos lanzan una operación militar "limitada" contra esa facción. Pero con la derrota táctica sufrida en Octubre de 1993, Washington anuncia que no continuará en Somalia y que retirará las fuerzas de ese país.
Al tomar las fuerzas de EE.UU un rol político fuera de su misión original, esta se volvió muy difícil de cumplir. La mayoría de las condiciones para el uso de la fuerza eran negativas; en primer lugar no había un precedente de intervención norteamericano en la política y en los asuntos internos de Somalia, además la opinión pública no apoyaba una intervención militar que fuera más allá del rol humanitario. Los otros países que formaban parte de la fuerza de intervención eran extremadamente reacios a tomar cualquier acción que pudiera desembocar en un conflicto.
Los objetivos tampoco eran claros ni para los EE.UU ni para la opinión pública de ese país. Y como existían conflictos internos entre las distintas facciones somalíes, una de ellas encabezada por Mohammed Farah Aideed; tampoco quedaba claro si se podría cumplir con las demandas de los EE.UU y de la ONU.
Igualmente, se puede afirmar que el carácter de la amenaza de la acción sugería potencia, había un sentido de urgencia implicado y existían estímulos positivos para cumplir, sin embargo tanto la amenaza como el uso de la fuerza fracasaron.
La razón más clara de este fracaso, fue expresada por el mismo Aideed, quien conociendo la historia reciente de los EE.UU, creía que los americanos no sostendrían una campaña contra su grupo debido a las bajas que podría sufrir. La disensión entre EE.UU y sus aliados confirmó que no cumplirían la amenaza. Así, esta acción fracasó por no ser creíble la amenaza, debido esto a factores contextuales que reforzaron la opinión que el objetivo tenía sobre la credibilidad de los EE.UU.
El apoyo de la opinión pública americana bajó considerablemente al morir 18 de sus soldados en las calles de Mogadishu.27 Como explica John Mueller "cuando los americanos se preguntan cuantas vidas americanas valían salvar varios cientos de miles de vidas somalíes, la respuesta fue cercana a cero"28.
Profundicemos la situación en Somalia para ver que hizo que se llegara a este resultado. En 1991, en Somalia, existía una nación devastada por la guerra civil. Si bien, la situación aquí era menos compleja que en el Líbano, ya que no había fuerzas extranjeras contra las que luchar y la Guerra Fría factor que podía intensificar y contener el conflicto al mismo tiempo había concluido. En términos humanitarios la situación no era menos seria; la lucha produjo la interrupción de toda la vida económica, con el resultado de una hambruna que amenazaba la vida de millones de somalíes. La preocupación por esta situación llevó al Consejo de Seguridad de la ONU, en 1992, a monitorear un cese al fuego en el conflicto y a facilitar la entrega de ayuda humanitaria para el país afectado, operación conocida como UNOSOM I . Pero los esfuerzos se vieron afectados seriamente cuando las facciones rivales atacaron los convoyes de ayuda humanitaria y robaron los alimentos.
En Diciembre de 1992, el Presidente George Bush envía tropas de EE.UU a Somalia para mantener la paz, con la misión de proteger las entregas de alimentos de ataques por parte de los clanes rivales. En Febrero de 1993, UNITAF cumple su cometido y los EE.UU declaran que la seguridad en Somalia está sustancialmente restaurada. Así, se prepara el traspaso en el control del mantenimiento de la paz y de la misión humanitaria a la ONU, con UNOSOM II, en Mayo de 1993. El traspaso se llevó a cabo a pesar de algunas demostraciones violentas contra las fuerzas norteamericanas y francesas por los seguidores de uno de los jefes de los clanes guerreros, M. F. Aideed, quienes consideraban que las fuerzas de mantenimiento de paz apoyaban a uno de los clanes rivales.
Poco después que UNOSOM II, se hizo cargo, los ataques a estas fuerzas recrudecieron; y el 5 de Junio de 1993, 24 paquistaníes de las fuerzas de mantenimiento de paz sufren una emboscada y mueren. Las muertes fueron atribuidas a seguidores de Aideed. El Consejo de seguridad condenó el incidente y pidió el arresto y castigo de los responsables. Así, comenzaron las operaciones militares para capturar a Aideed, operaciones que no tuvieron éxito y que sólo sirvieron para aumentar las bajas en ambos bandos.
El 8 de Agosto de 1993, 4 soldados americanos son capturados mientras patrullaban las calles de Mogadishu. El 24 de agosto del mismo año el Presidente Clinton, envía 400 Rangers para capturar a Aideed pero sus esfuerzos fueron vanos. El 27 de Agosto de ese mismo año, tropas americanas capturan por error a personal de la ONU encargado de funciones humanitarias. Pero aún, el 9 de Septiembre cuando la población atacaba a las fuerzas de la ONU que luchaban contra las milicias somalíes, helicópteros de los EE.UU, abrieron fuego matando a 200 civiles somalíes.
Los Rangers, capturaron a 4 colaboradores cercanos a Aideed, pero su jefe siguió libre. El 3 de Octubre de 1993, 18 Rangers fueron muertos, 70 heridos, y uno fue capturado en una batalla contra las fuerzas de Aideed, que duró 15 horas. Las pantallas de televisión mostraron a los hombres de Aideed arrastrando soldados norteamericanos muertos por las calles de Mogadishu. Si bien el Presidente Clinton anunció, cuatro días después, que enviaría refuerzos a Somalia inmediatamente, prometió el retiro de la mayoría de las tropas para el 31 de Marzo de 199429.

Macedonia: 1992 hasta el presente

El despliegue de tropas de Estados Unidos y de otras naciones en Macedonia para impedir que la guerra en Bosnia se extendiera a esa nación, o que ocurriera cualquier otro conflicto étnico o territorial, representa un éxito aparente para la intervención militar norteamericana.
A pesar de ser reacios a verse involucrados en Bosnia, primero los europeos y luego los americanos decidieron desplegar tropas en Macedonia, como medio de garantizar la intervención si el conflicto se extendía. Otra función era la de aumentar y reforzar las advertencias a los líderes de Serbia, de no oprimir a la población albanesa de Kosovo.
Esta acción sólo tuvo como objetivo que el conflicto no se extendiera, e hizo ver a Bosnia y su conflicto como menos importante que Macedonia.
Todas las condiciones en este caso fueron positivas; había apoyo del Congreso, unanimidad entre los aliados, las demandas y los objetivos fueron claramente explicados y reforzados por la presencia militar. Además la dificultad de cumplir con la demanda era baja, ya que no se requería ninguna acción visible.
La amenaza era la acción militar automática en caso de que el conflicto se extendiera. Esta amenaza de intervención militar automática, llevaba un fuerte elemento de voluntad de actuar y de urgencia. Si los Serbios u otro Estado (Bulgaria) hubieran tratado de extender el conflicto de Bosnia, o crear uno nuevo, sin que existiera el despliegue aliado, es algo sujeto a especulación; el hecho es que la amenaza funcionó.

Bosnia 1992 al presente

La guerra en Bosnia-Herzegovina y sus tragedias humanitarias fueron un grave problema para las Administraciones de Bush y de Clinton, y las afectó en cierto grado; de hecho la acción militar en Kosovo, en 1999, se explica por el relativo fracaso de la política en Bosnia.
A través del tiempo que duró el conflicto, amenazas de utilizar la fuerza y usos "limitados" de la misma fueron realizados con resultados tácticos variados.
Al iniciarse el conflicto, los Estados Unidos y sus aliados establecieron una zona de prohibición de sobrevuelo, para proteger envíos humanitarios a los bosnios; a la vez que ataques aéreos selectivos y amenazas fueron hechos para recordarles a los serbios estas reglas, generalmente con éxito relativo.
Por otro lado los Estados Unidos y sus aliados a través de la ONU y su fuerza UNPROFOR, utilizaron la amenaza y el uso de la fuerza para proteger las llamadas "áreas seguras" de ataques serbios y de la ocupación de ese Estado por los serbios y serbio-bosnios, con la consecuencia de asesinatos en masa de la población musulmana bosnia. Estos esfuerzos fracasaron totalmente, con el clímax de la ocupación de Zepa y Srebrenica en 1995 y el asesinato de miles de residentes30.
En el nivel estratégico, desde los primeros momentos de la Administración de Clinton, los oficiales superiores de la administración política americana, en repetidas oportunidades amenazaron con un nivel más profundo de intervención en el conflicto si los serbios no cumplían con ciertos postulados. Al mismo tiempo los Estados Unidos desplegaron fuerzas en el Atlántico y en sus bases en Italia, ayudando en el cumplimiento de las sanciones a Serbia y en el embargo de armas a Bosnia a través de ataques limitados.
Pero la vaguedad de los postulados estratégicos de los Estados Unidos dieron coraje a la intransigencia serbia que, así, aumentó sus esfuerzos para conseguir territorio adicional.
La aparente falta de resolución, por parte de Estados Unidos, se concretó a través de claras indicaciones de que éste no tenía intenciones de desplegar fuerzas terrestres en Bosnia y de que los aliados europeos, si bien desplegaron fuerzas, trataron de ubicarlas fuera de las zonas de conflicto real, permitiendo que los serbios ignoraran las demandas de la ONU y de Occidente.
Sólo en Agosto de 1995, después de las atrocidades de Zepa y Srebrenica, y la exitosa ofensiva de Croacia sobre Serbia; los Estados Unidos y sus aliados hicieron esfuerzos serios para presionar a los serbios a entrar en negociaciones de paz a través de una serie de ataques aéreos. Poco después los Acuerdos de Dayton fueron concluídos31.
Más tarde, los Estados Unidos y sus aliados utilizan nuevamente la fuerza militar, desplazando tropas terrestres, con la llamada IFOR Fuerza de Implementación , en Bosnia para mantener la paz y los Acuerdos de Dayton. IFOR fue exitosa en hacer cumplir los aspectos militares de los Acuerdos de Dayton y completó su misión en Diciembre de 1996. Su sucesora es una fuerza menos conocida llamada SFOR Fuerza de Estabilización32.
Se puede concluir que las amenazas estratégicas de los EE.UU parecen haber tenido éxito al persuadir a los serbios de detener la lucha e iniciar las conversaciones de paz; pero este éxito relativo marca un largo período de fracasos, consistente en la existencia de valores negativos en la mayoría de las condiciones dadas para la intervención.
Todas las variables contextuales eran negativas, no había precedentes para la intervención norteamericana en la ex Yugoslavia; el Congreso y la opinión pública norteamericana estaban divididos sobre si se debía intervenir o no y los aliados eran reacios a arriesgar las vidas de sus soldados.
La credibilidad de la amenaza fue reflejada por la presencia de las fuerzas armadas, pero su uso fue "limitado" lo cual transmitió un mensaje de dudas y de debilidad en vez de fuerza. El error de UNPROFOR fue tolerar una conducta hostil; debió haber contestado la fuerza con fuerza; pero decidió tener un papel preeminentemente pasivo.
Por otro lado la demanda de EE.UU de poner fin a la guerra no fue articulada claramente hasta la ofensiva aérea final y no había un sentido de urgencia en la misma.
El objetivo de los EE.UU era obligar a los Serbios y a los Serbio-Bosnios a participar en el proceso de paz, más que a detener ciertas acciones; y a quien se dirigían esas demandas el Presidente de Serbia, no siempre era obedecido por los líderes serbios en Bosnia.
Las condiciones se vuelven positivas para la acción una vez que, tras las masacres de Zepa y Srebrenica, los ataques aéreos de la OTAN y la ofensiva croata en le región de Krajina; los serbios se dan cuenta que la alternativa que tienen es la paz o la destrucción de la infraestructura militar serbio bosnia.
Así, el cuadro que emerge de la eficacia de las acciones militares norteamericanas en Bosnia es variado. Por un lado, la mayor parte de las amenazas fracasan debido a que no había ni intención ni voluntad por parte de Estados Unidos de enviar tropas terrestres, ni tampoco de utilizar seriamente a las que ya se encontraban en el teatro de operaciones, principalmente de países europeos.
Viendo las discusiones entre los aliados europeos y los Estados Unidos, los serbios no tendrían razón para preocuparse y podían ignorar las resoluciones y demandas. Solo cuando la OTAN y Estados Unidos, frente a las masacres y a la ofensiva croata, presionan a los serbios y estos perciben un costo en no cumplir, solo allí, se tomaron las amenazas de los aliados con seriedad. La OTAN y los Estados Unidos no olvidarían esta lección en Kosovo.

Haití 1994-1996

Haití presenta un cuadro similar al anterior en el sentido de la existencia de amenazas poco efectivas o totalmente inefectivas, así como de acciones militares "limitadas" demostrando falta de voluntad en los Estados Unidos durante un considerable período de tiempo; sin embargo luego hay una amenaza potente y creíble que produce el objetivo deseado.
La crisis en Haití comienza en 1991, cuando un golpe militar expulsa al primer presidente electo de ese país, Jean Bertrand Aristide. Entonces Estados Unidos decide perseguir una estrategia diplomática para reinstalar a Aristide, con sanciones económicas por más de dos años.
Solo cuando el Acuerdo de Governor's Island, que formalmente hubiera permitido al Presidente Aristide volver al gobierno, fracasó en el otoño de 1993 y el gobierno militar haitiano no permitió la entrada de un barco estadounidense, el USS HARLAN COUNTY, llevando a bordo soldados estadounidenses y canadienses al servicio de las UN; solo allí los Estados Unidos amenazan con desplazar el gobierno haitiano por la fuerza y reinstalar a Aristide33.
El momento en que el barco estadounidense fue impedido de desembarcar y amenazado llega justo después de la derrota norteamericana en Somalia, haciendo dudar seriamente de la eficacia de las acciones militares norteamericanas. Durante ocho meses se hicieron numerosas demostraciones de fuerza militar a través del despliegue de fuerzas del Ejército, Armada, y de la infantería de marina, haciendo ejercicios de invasión.
A pesar de no poder tener a su favor ningún elemento para defenderse, si los EE.UU invadían la isla, el Presidente de facto Raoul Cedrás se resistió a cumplir los términos del Acuerdo de Governor's Island.
Finalmente, el Presidente Clinton recibió la autorización para usar la fuerza militar tanto de la OEA como de la ONU y puso un plazo perentorio para la invasión. Aún así Cedrás se rehusaba, y recién solo cuando se le notifica que fuerzas norteamericanas aerotransportadas habían despegado de sus bases y que la operación se había iniciado, cedió aceptando la oferta de EE.UU, a través de una delegación encabezada por el ex Presidente James Carter, abandonando el poder con cierta apariencia de dignidad y garantías de seguridad.
Debería haber sido más fácil para Estados Unidos cumplir los objetivos propuestos en Haití que en Bosnia. Si bien la opinión pública se oponía al uso de la fuerza militar en ambos casos; existían innumerables precedentes para la intervención militar norteamericana en Haití en particular y en el Caribe en general; además las naciones del hemisferio apoyaban esa política.
La petición era clara, la demanda podía ser cumplida fácilmente, la amenaza tenía potencia con respecto a la petición y había visibilidad en el despliegue del poderío militar. Existían, además, estímulos positivos para el cumplimiento ya que a Cedrás y a su familia se le habían ofrecido seguridades amplias. ¿Por qué, entonces, fue tan difícil que la amenaza cumpliera su objetivo" ¿Por qué fue necesario lanzar una fuerza de invasión antes que Cedrás se diera cuenta que EE.UU hablaba en serio"
Dos factores parecen haber sido esenciales. En primer lugar, la oposición de la opinión pública estadounidense y del Congreso a los planes de invasión puede haberle dado esperanzas a Cedrás de que Clinton no cumpliría su amenaza. Efectivamente, y previendo un voto negativo, Clinton no pidió autorización al Congreso para la invasión, como debiera haberlo hecho de acuerdo a la WAR POWERS RESOLUTION.
En segundo lugar, Cedrás puede haber tomado en cuenta los sucesos recientes de Somalia, así como el éxito relativo al hacer retirar bajo amenazas al USS HARLAN COUNTY, con las fuerzas al servicio de la UN.
Puede haber creído que, aún si los Estados Unidos invadían, todo lo que las fuerzas de Haití tendrían que hacer era causar algunas bajas y los norteamericanos se retirarían. Finalmente, es posible que la persuasión ejercida por el ex Presidente James Carter, que dejó en claro la magnitud y la voluntad de la acción norteamericana, unida a los estímulos positivos, contribuyera para que Cedrás cediera.

Corea 1994-1996

El caso de Corea es uno de los más exitosos usos de la amenaza de la fuerza militar en el período analizado. Esencialmente, en este caso, las amenazas de uso de la fuerza militar fueron utilizadas como un elemento dentro de la estrategia; que consistió también en la utilización de instrumentos económicos y estímulos, tanto positivos como negativos, para detener el programa de armas nucleares de Corea del Norte.
Cuando el gobierno de Pyongyang trata de contrarrestar las amenazas de Estados Unidos de imponer sanciones económicas, declarando que estas sanciones equivaldrían a un acto de guerra; los Estados Unidos dejan en claro que enfrentarían a Corea del Norte, desplegando efectivos militares en la península y acompañando este despliegue con preparativos de guerra.
Las amenazas o declaraciones fueron vagas y hechas en forma indirecta, ya que ni el Presidente de Estados Unidos ni otros oficiales de alto rango de la Administración amenazaron en forma explícita con destruir las instalaciones nucleares de Corea del Norte, pero la Administración dejó entrever que se estaban considerando opciones militares, reforzando al mismo tiempo sus defensas en Corea del Sur con misiles aire- aire y otros equipos.
Las consultas con el comandante de las fuerzas norteamericanas en Corea para discutir opciones militares hechas con un alto grado de publicidad, así como las declaraciones de ex funcionarios de anteriores administraciones sobre la necesidad de un ataque, dejaron la impresión de que la opción militar seguiría a la diplomática, si las negociaciones fracasaban.
Las condiciones se presentaban favorables para el uso efectivo de la fuerza; los Estados Unidos ya habían utilizado la fuerza en esta región, o sea que había precedentes; además, la opinión pública y el Congreso aprobaban la necesidad de hacer algo con respecto al programa de armas nucleares en Corea del Norte; así, la demanda se presentaba clara y apoyada por la fuerza.
La única condición negativa era que el aliado de EE.UU, Corea del Sur, no deseaba que la crisis se saliera de control, ya que se preveían importantes bajas si el combate se producía en la península.
La crisis termina porque Corea del Norte finaliza su programa nuclear al obtener ventajas económicas y el inicio de un diálogo que lleve a la normalización de las relaciones con los EE.UU. De cualquier manera, el gobierno de Pyongyang tomó las amenazas en serio y eso contribuyó al final de la crisis34.

Taiwán 1996

El último de los casos a analizar es un caso extraño, más simbólico que real. En 1996, China realiza una serie de ejercicios militares y pruebas misilísticas cerca de Taiwán, cuando este territorio se preparaba para celebrar elecciones, en las cuales los partidos de la oposición tenían como plataforma de campaña la independencia de "iure" del continente.
Las acciones de China se realizaron para recordar a los taiwaneses y a los EE.UU que China no toleraría la independencia de "facto" de Taiwán en forma indefinida, y mucho menos toleraría un estado soberano de "iure".
En respuesta, los EE.UU envían una fuerza naval a los Estrechos de Formosa, que separan a Taiwán del continente; y un portaaviones a las aguas de la isla. Esta acción tenía como objetivo recordar a China Continental el interés norteamericano en prevenir una reunificación de Taiwán con el continente por la fuerza.
Ninguna de las dos partes tenía interés de llegar a los hechos. China no intentaba la invasión de Taiwán, primero porque la cantidad de medios que necesitaba y el estado de preparación de las fuerzas de Taiwán para repeler la agresión harían esta acción muy difícil. Además, las consecuencias de esa acción serían retrasar el desarrollo económico de China y atemorizar a los Estados vecinos, especialmente a Japón, iniciando un programa masivo de rearme.
Tampoco EE.UU intentaba seriamente arriesgar sus relaciones con China continental y nunca se entendió que hubiera riesgo de enfrentamiento, ya que las acciones norteamericanas eran para consumo doméstico y para Taiwán, pero nunca hubo riesgo real de conflicto.

III. Conclusiones

Con respecto a los casos analizados, el uso del poderío militar por los EE.UU falló claramente en una sola ocasión: Somalia. Mientras que, las amenazas de uso de la fuerza militar fueron un claro éxito en tres casos: Macedonia, Corea del Norte y Taiwán.
En los cuatro casos restantes: Panamá, Irak, Bosnia y Haití; el uso del poderío militar finalmente tuvo éxito, pero éste llegó con dificultades considerables y a costa de otros intereses de Estados Unidos; es decir se alcanzó un éxito en relación con los objetivos inmediatos pero no en el plano estratégico o de largo alcance.
En Panamá, Bosnia y Haití, el éxito llega después de largos períodos de fracasos con altos costos políticos para la Administración, tanto en el plano doméstico como internacional. En Irak cada uso individual de la fuerza tuvo éxito, pero la situación estratégica no ha cambiado y es poco satisfactoria desde el punto de vista de los intereses norteamericanos. En Bosnia y Haití los conflictos políticos latentes siguen sin ser resueltos y las crisis pueden retornar.
Con respecto a las condiciones pertinentes a esas acciones, ninguna por sí sola es condición para el éxito y ninguna, salvo que el objetivo cumpla con la demanda que se le solicita, es pre requisito para el éxito.
En cuanto a la dificultad de la demanda y su relación con un resultado positivo; en seis de los siete eventos, cumplir con los objetivos requeridos por los Estados Unidos exigía relativamente poco al objetivo y las acciones que se requerían tendían a ser menos visibles en esos casos; salvo con respecto a las acciones que se requerían de Corea del Norte, y con respecto a los serbio bosnios en relación a la entrada en las negociaciones que concluyeron en los Acuerdos de Dayton.
La posición de EE.UU en seis de los siete usos de la fuerza militar incluyó incentivos positivos, reduciendo la dificultad de cumplimiento de la demanda por parte del objetivo al que se dirigía.
Con respecto a las condiciones pertinentes, a la credibilidad de la amenaza por parte de los EE.UU determinada en su contexto y en su carácter, hay un patrón menos consistente de conducta. Había o existían precedentes para la acción de EE.UU en algunos casos como la operación "Just Cause" (Panamá), la operación "Valiant Warrior" (Irak 1994), I FOR en Bosnia; y también en Haití , Korea del Norte y Taiwán; pero había otros donde no existían precedentes: Irak: operaciones "Desert Storm", "Desert Shield South", "No Fly Zones", "Kurds", "Terror"; Somalia; Bosnia y Macedonia.
El apoyo de terceros estados y la urgencia presentada en el caso tampoco demuestran un patrón claro. Sin embargo, la presencia o ausencia de apoyo de la opinión pública presenta una variante de interés estando presente en tres claros casos de éxito Corea del Norte, Taiwán y Macedonia y ausente en un claro fracaso Somalia.
En los casos restantes, que tuvieron resultados mixtos, la opinión pública también estaba dividida. La opinión pública favorable de por sí no garantiza el éxito en un caso de uso o amenaza de uso de la fuerza; pero la falta de apoyo en la opinión pública convierte en poco creíbles las amenazas, les da poco grado de credibilidad.
En Somalia y Haití, así como en Bosnia, durante gran parte del conflicto, la evidente falta de apoyo de la opinión pública a las políticas perseguidas por la Administración dio gran ayuda y coraje a aquellos líderes a quiénes se dirigían las amenazas para mantenerse en sus posiciones. Es evidente que la disensión en la opinión pública dificulta el uso de la fuerza militar por parte de los Estados Unidos; y esa ella demuestra que existe una disensión en las "elites" gobernantes o capacitadas para hacerlo35.
La potencia de la amenaza con relación al costo, si la demanda no se cumple, es otro elemento de importancia. Amenazas claras y potentes fueron hechas en tres casos exitosos: Macedonia, Corea del Norte y Taiwán; y no fueron hechas en un claro fracaso: Somalia. En los casos de Panamá, Irak y en todo el desarrollo del conflicto en Bosnia, salvo en su etapa final, la falta de voluntad de los Estados Unidos de hacer una demanda que le demostrara al adversario el alto e inaceptable costo de no cumplirla, es la razón del fracaso de la política norteamericana en esos casos.
El problema o desafío que tienen los Estados unidos es muy claro, es raro que se hagan demandas potentes manteniendo el favor de la opinión pública, ya que las amenazas potentes implican mayores riesgos; y la aversión del público norteamericano al riesgo, especialmente al riesgo de bajas, es bien conocido. El legado de Vietnam es real.
Esto es particularmente cierto en el tipo de conflicto que ha surgido desde el fin de la Guerra Fría; donde se presentan situaciones con pocos precedentes para una intervención norteamericana, donde los intereses de Estados Unidos son más abstractos que tangibles, donde los frentes de batalla no son claros, y ningún contendiente es amistoso, o puede no serlo.
Reconociendo la aversión pública a las muertes en combate o previendo esa oposición en casos particulares; los presidentes norteamericanos han sido reacios en llevar hasta el fin el cumplimiento de los objetivos en muchos conflictos después de la Guerra Fría. Han hecho amenazas pero sin mucha convicción; y cuando han hecho algo no han tenido la potencia requerida para esa situación. Así, han entendido que debían actuar en una situación determinada pero no han querido o han percibido que no eran capaces de dirigir al pueblo hacia el potencial sacrificio necesario para cumplir el objetivo.
Entonces, se ha buscado un camino intermedio, actuando, pero sin tomar las medidas más efectivas para desafiar al líder de otro estado que amenazaba sus intereses. Han hecho lo posible para minimizar la extensión y el costo potencial del conflicto, evitando las amenazas más serias y, en consecuencia, la guerra más costosa si las amenazas no eran satisfechas o cumplidas.
La sensibilidad de la opinión pública norteamericana a los costos humanos y económicos de una acción militar es un claro legado de Vietnam, legado que se reforzó con las reacciones de la opinión pública y de la Administración frente a los bombardeos suicidas a los cuarteles de la Infantería de Marina en Beirut y a la muerte de los soldados americanos en Mogadishu. Tanto el Presidente Bush como Clinton han reconocido esta sensibilidad y sus intentos de uso de la fuerza militar no han tenido, en muchos casos, la convicción suficiente.
Este síndrome puede afectar la efectividad de cualquier acción diplomática bajo cualquier circunstancia, pero sus efectos destructores se agrandan y magnifican por el impacto de estos hechos históricos en los líderes extranjeros.
Los síntomas del síndrome se observan cuando los objetivos de la política norteamericana, es decir los líderes extranjeros, ven la sensibilidad de la opinión pública a las bajas en combate, y la ven como un factor positivo al efectuar el balance de los costos y beneficios de tomar diferentes cursos de acción. Al reunir las evidencias, se ve que los líderes serbio-bosnios, los paramilitares haitianos, Saddam Hussein y los "señores de la guerra" de Somalia, todos, calculaban que era posible una retirada norteamericana si se infligían un número relativamente bajo de muertes en combate a las fuerzas estadounidenses.
Esta situación coloca a la Administración de Estados Unidos en un dilema: la opinión pública norteamericana rara vez apoya el uso de la fuerza desde el inicio de una cuestión; y una política de indecisión sumada al primer factor refuerza la posición de los adversarios, haciéndolos más seguros en sus pretensiones.
El legado de Vietnam hace que los líderes se resistan por más tiempo a las demandas de Estados Unidos; requiriéndose, así, mayores dosis de voluntad y acciones más tangibles por parte de las fuerzas armadas, o sea, mayor potencia en la amenaza para tener éxito. Por este legado, se hace más difícil a los presidentes americanos tomar ciertas medidas sin amenazar en mucho su capital político. Aparentemente, muchos líderes tienen ciertas nociones preconcebidas sobre una supuesta debilidad de los Estados Unidos en llegar al uso de la fuerza o la falta de voluntad en usarla.
Hasta que llegue el momento en que los Presidentes de Estados Unidos demuestren una mayor capacidad de liderazgo en esta materia, o hasta que la opinión pública estadounidense demuestre una mayor voluntad de entender que deben aceptar el desafío de ejercer el dominio militar a escala global, con los riesgos que ello implica; hasta ese momento, muchos líderes extranjeros verán las amenazas o demandas norteamericanas más como un signo de debilidad que como la expresión del verdadero poder militar de los Estados Unidos y seguirán evitando o retardando el cumplimiento de esas demandas.
Esto sugiere que los líderes de Estados Unidos tienen distintas opciones al considerar los usos potenciales del poder militar en ayuda de la diplomacia:
a. Elegir los conflictos con cuidado, haciendo demandas que no sean vistas por los estados a los que van dirigidas como excesivamente onerosas o difíciles de cumplir; y acompañar las demandas con acciones o incentivos "positivos" para hacer más liviano el cumplimiento.
b. Buscar "desmilitarizar" la política de Estados Unidos; así estrategias similares a las usadas en Corea pueden ser más apropiadas y efectivas que el rápido recurso a la amenaza militar. Las amenazas del uso de la fuerza o el uso limitado de la misma tienen un rol que cumplir; pero sirven también como elementos de refuerzo en políticas dominadas por factores económicos, diplomáticos y políticos; más que como un instrumento primario o único de la política. Así, en Haití, fue la diplomacia con el apoyo de la fuerza, y no la fuerza misma, que logró el alejamiento del General Cedrás del poder.
Asimismo, dada la existencia de controles domésticos, como la War Powers Resolution, no es aconsejable que se enfatice el uso de la fuerza; y utilizar, en cambio, otras políticas que pueden ser más apropiadas para el caso particular.
c. Sin embargo, cuando los instrumentos no militares de la política exterior parecen ser ineficaces pero los Estados Unidos siguen percibiendo que es necesario actuar y el líder de otro Estado entiende que es imposible cumplir con la demanda por considerarla demasiado onerosa; el Presidente debe actuar con decisión; la demanda debe ser clara y urgente, la demostración de poder militar incontrovertible y la amenaza potente en relación con la alternativa que el adversario tiene. Los objetivos de Estados Unidos en la operación Desert Storm y en las etapas finales de los conflictos de bosnia y Haití demuestran que la decisión de actuar es un factor fundamental y efectivo.
La acción debe iniciarse con toda la intención de llegar hasta el fin, es decir, que sólo se puede persuadir al oponente de la seriedad de una política si quienes la llevan a cabo son serios.

NOTAS:

(*) Profesor Titular de Derecho Internacional Público de la Universidad Católica Argentina.
1 Comentarios del secretario de Defensa Caspar W. Weinberger al National Press Club. 28 Noviembre 1984. Department of Defense News Release N° 609-84.
2 Colin L. Powell. U.S. Force, Challenges Ahead. Foreing Affairs 72, Winter 1992-1993, págs 32-45.
3 George P. Schultz "The Ethics of Power". Department of State Bulletin 1.3. Febrero 109, 1985.
4 Conor Gearty, "Terror". Faber and G. Faber , 1991, pág. 74.
5 Ibídem 4, págs. 91-92
6 Joan Lewis and James Mayall. Somalia in James Mayall ed. "The New Interventionism" 1991 1994 Cambridge University Press. Cambridge, England.
7 Alexander L. George "The Role of Force in Diplomacy: A continuing Dilemma for U.S. Foreing Policy" en Gordon A. Craig and Alexander L. George eds. "Force and Statecraft" 3rd. Edition, New York, Oxford University Press, 1995. Alexander L. George and William F. Simons eds. "The Limits of Coercive Diplomacy" Boulder, Colorado, Westview Press, 1994.
8 Thomas Schelling. "Arms and Influence". New Haven, Yale University Press, 1985.-
9 Hugh O' Shaughnsay "Grenada, Revolution, Invasion and Aftermath.". Sphere Books, London, 1984, págs 243-244.
10 Janice Stein "Deterrence and Compellence in the Gulf 1990-1991. A Failed or Impossible Task"" International Security, 17, Fall 1992. 2. Janice G. Stein.
11 George and Simons , citado en 7. "The Limits of Coercive Diplomacy".
12 Frederick Kempe, "Divorcing the Dictator, America's Bungled Affairs with Noriega. New York, Putnam, 1990.
13 George and Simons Eds. "The Limits of Coercive Diplomacy" Paul G. Loren "Coercive Diplomacy and Ultimata: Theory and Practice in History". En este capítulo se establece que los ultimatums son el modo más preciso y explícito de comunicar una demanda y hacen que se eviten errores de percepción, de interpretación y de cálculo por el oponente.
14 Lawrence L. Wetten, "The Canal War: Four Power Conflict in the Middle East." Cambridge. Mass. Mit Press, 1974.
15 El mismo Pte. Bush dio una conferencia de prensa el 13 de octubre de 1989 diciendo que el uso de la fuerza de Panamá era un argumento estúpido. New York Times, 14 Octubre 1989.
16 Kevin Buckley. "Panamá, The Whole Story". New York, Simon & Schuster 1991.
17 Lawrence Freedman & Efraín Karsh, The Gulf Conflict, 1990-1991, Princeton, Princeton University Press 1993, Gulf Crisis Chronology Essex, Uk, Longman's Current Affairs, 1991. Otras fuentes consultadas además de las que se mencionen en notas separadas fueron los siguientes periódicos: The Manchester Guardia, The Washington Post, Le Monde.
18 Security Council Resolution N° 660, 02Aug. 1990, 29 ILM pág. 1325 (1990) Security Council Resolution N° 678, 29 Nov. 1990, 29 ILM, pág. 1565 (1990).
19 War Powers Resolution Nov 7, 1973, 87 Stat. 555, 50 U.S.C. 1541-1548, 1976.
20 Ibídem 16.
21 Janice Stein. Op. cit.
22 Burrus M.Carnahan, "Protecting Nuclear Facilities From Military Attack: Prospects After The Gulf War" American Journal of International Law July 1992, Vol. 86 N° 3 págs. 524-541.
23 Security Council Resolution N° 688 April 5 1991, 30, ILM, pág. 858, 1991.
24 La legalidad de estas acciones, relacionadas con la duración de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, así como los llamados efectos "ultra vires" de las mismas, es discutida en profundidad en David D. Caron, "The Legitimacy of the Collective Authority of The Security Council" A.J.I.L. Oct. 1993, Vol 87 N° 4 págs. 552-588.
25 Baste señalar a modo de comentario algunas de las Resoluciones dictadas por el Consejo de Seguridad relacionadas con Irak: Security Council Resolution N° 6661 13 Sept. 1990 29 ILM 1330 1990; Security Council Resolution N° 6742 29 Oct. 1990 29 ILM pág. 1561 1990; Security Council Resolution N° 6873 April 3 1991 35 ILM pág. 846-852 y Security Council Resolution N° 6884 April 5 1991 35 ILM pág. 858 1991.
La Security Council Resolution N°687 "THE CEASE FIRE RESOLUTION" ordena además la destrucción y el desmantelamiento de las armas de destrucción masiva; misión que lleva a cabo la Comisión especial de las UN, órgano subsidiario del Consejo de seguridad creado por este para llevar a cabo esta misión.
Bajo la Security Council Resolution N° 986 April 14 1995 ILM pág. 1095 se le autoriza a Irak a vender petróleo por valor de 2 billones de dólares (2.000 millones) por un período de seis meses, para poder comprar productos de necesidad humanitaria y como fondo para varias actividades de las UN relativas a Irak, como la llamada Comisión de Compensaciones de Irak, que está encargada de juzgar las reclamaciones contra Irak que resultaron de la invasión y ocupación de Kuwait.
Por último baste mencionar las Security Council Resolutions 1134 y 1117 de Octubre de 1997 que obligan a Irak a cumplir con sus obligaciones internacionales, y las Security Council Resolutions 1153 y 1143 que renuevan la Res 986 y amplían los cupos de venta de crudo.
Ver sobre estas últimas resoluciones, The International Lawyer Summer 1998, Vol 32, N° 2 pág. 577.
26 Ibídem 25.
27 Joan Lewis and James Mayall. Citado en 6; págs. 94 a 124.
28 John E. Mueller "Policy Principles For Unthreatened Wealth Seekers" Foreing Policy. 102. Spring 1996 pág. 31.
29En relación con este caso, el Consejo de Seguridad ha condenado los ataques a las fuerzas de la ONU como una amenaza a la paz y seguridad internacionales. En ese sentido, la Sec. Council Resolution 837 del 6 de junio de 1993 autoriza al Secretario General para detener y juzgar a las personas responsables a la violación del cese al fuego. Y la Sec. Council Resolution 814 del 26 de marzo de 1993 reafirma que las personas responsables de violaciones al Derecho Internacional Humanitario serán consideradas individualmente responsables.
30La complejidad del conflicto en los Balcanes supera ampliamente el objetivo de este trabajo, sin embargo para establecer una cronología precisa de los acontecimientos en esa región desde la perspectiva del Derecho Internacional, es recomendable leer el caso de la CIJ concerniente a la Aplicación de la Convención del Genocidio. "Bosnia & Herzegovina vs. Yugoslavia" (Serbia & Montenegro) especialmente la Indicación de Medidas Provisionales. Abril, 8, 1993. AJIL Volume 87 N° 3 1993, págs. 505 a 520. Además es útil la lectura de la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU N° 820/1993 adaptada en su reunión 3200 el 17 de Abril de 1993. AJIL Volume 87 N° 3 1993 págs. 521-525.
Asimismo, existen otras Resoluciones del Consejo de Seguridad relacionadas con el tema en su primera fase son las siguientes:
S C Resol 713 Sept 25, 1991 (31 ILM 1431, 1992) expresando preocupación porque la continuación del conflicto constituya "una amenaza para la paz y la seguridad internacionales" , así como se expresó el apoyo del Consejo de Seguridad para los esfuerzos de la Comunidad Europea y la Conferencia para la Seguridad y la Co-operación en Europa e instó al Secretario General a ofrecer asistencia en las negociaciones de paz.
S C Resol 721 Nov 27, 1991 (31 ILM 1433, 1992) haciendo notar que la continuación y agravación del conflicto "constituye una amenaza para la paz y seguridad internacionales".
S C Resol 724 Dec 15, 1991; S C Resol 740 Feb 7, 1992 y S C Resol 743 21 Feb, 1992 (31 ILM 1440, 1447, 1992) son concernientes al establecimiento de una fuerza de mantenimiento de paz "United Nations Protection Force" UNPROFOR.
La S C Resol 727 Jan 8, 1992 (31 ILM 1437, 1992) reforzó el embargo de armas establecido por la Resolución 713.
S C Resol 752 May 15, 1992 (31 ILM 1451, 1992) siguió insistiendo y apoyando las negociaciones de paz; y haciendo un llamado a la cesación de expulsiones forzadas de poblaciones.
S C Resol 757 Mayo 30, 1992 (31 ILM 1453, 1992) estableció un embargo económico, que fue aumentado más tarde por la S C Resol 820 April 17, 1993, a la vez que la S C Resol 757 reafirmó la necesidad de protección efectiva de los derechos humanos y de las libertades fundamentales incluidos los derechos de las minorías.
Al igual que la Resolución 724 las S C Resol 758 June 8, 1992; S C Resol 760 June 18, 1992 y S C Resol 1762 (31 ILM 1439, 1459, 1461, 1463; 1992) respectivamente, preparan planes para la entrega de ayuda humanitaria.
S C Resol 764 Jul 13, 1992 estableció "que las personas que cometan u ordenen la comisión de graves violaciones a los convenios de (1949) Ginebra son individualmente responsables al respecto de esas violaciones".
S C Resol 764 Jul 13, 1992 (31 ILM 1465, 1992).
S C Resol 771 August 12, 1992 (31 ILM 1470, 1992) ordena a los Estados y otras entidades a entregar información substanciada sobre limpieza étnica y violaciones masivas.
S C Resol 780 Oct 6, 1992 estableciendo una Comisión de Expertos para investigar las violaciones cometidas a las normas de Derecho Internacional Humanitario (UN Doc S 24657 - 1992).
S C Resol 808 Feb 23, 1993, estableciendo el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia para juzgar a aquellos que violaron las normas de Derecho Internacional Humanitario. De acuerdo a esta Resolución el Secretario General sometió al Consejo un modelo de Estatuto para el Tribunal y el Consejo estableció el tribunal el 25 de Mayo de 1993, aprobando el Estatuto sin cambios, por la Resol 827.
S C Resol. 827 May 25, 1993 (32 ILM 1203, 1993). Describiendo las violaciones al Derecho Internacional Humanitario y determinando que esta situación constituye una amenaza para la paz y seguridad internacionales.
31 Los llamados Acuerdos de Dayton, firmados en Dayton, Ohio, Estados Unidos, el 1° de Noviembre de 1995, crean en el territorio de Bosnia Herzegovina dos entidades: la República Srpska (serbios-bosnios) y la Federación Musulmano-Croata de Bosnia Herzegovina; tratando de crear un balance entre los grupos en conflicto, adhiriéndose a una división territorial de carácter étnico: 51% para los musulmanes y croatas, 49% para los serbio-bosnios. Establece asimismo un gobierno central, tribunales para juzgar los crímenes de guerra y derechos de los refugiados para su tierra.
32 Charles Boyd, "Making Bosnia Work" Foreing Affairs, Jan/Feb 1998, págs 42 a 55; para conocer a detalle la implementación de los Acuerdos de Dayton y la realidad en Bosnia.
33 La Sec. Council Resolution N° 841, del 16/6/ 93, decide en forma unánime un embargo a partir del 23 de Junio de 1993, con excepciones humanitarias, basándose en las siguientes resoluciones: MRE/RES 1/91. MRE/RES 2/91 MRE/RES 3/92 MRE/RES 4/92 adoptadas por los Ministros de Relaciones Exteriores de la OAS y las Resoluciones CP/RES 594 (923/92) y declaraciones CP/DEC 8 (927/93) CP/DEC 9 (931/93) y CP/DEC 10 (934/93) adoptadas por el Consejo Permanente de la OAS; Resolución MRE/Res 5/93 adoptada por los Ministros de Relaciones Exteriores de la OAS, basándose en las Resoluciones de la Asamblea General 46/7 11 Oct. 1991. 467138 17 Dic 1991. 47/20 A 24 Nov 1992. 47/143 18/12/92 47/20 B 23 Abril 1993.
Ver, asimismo, la declaración del 26 de Febrero de 1993 S/25344 donde el Consejo nota con preocupación la incidencia de crisis humanitarias, incluidos los desplazamientos masivos de población, convirtiéndose en o agravando las amenazas a la paz o seguridad internacionales.
La Resolución 841, que establece el embargo, deplora el hecho de que el Presidente legítimo de Haití J B Aristide no ha sido reinstalado, y preocupado por la persistencia de esta situación que contribuye a un clima de miedo, a la persecución y a la dislocación económica, que podría hacer crecer el número de haitianos, que busquen refugios en Miembros "vecinos" (comillas nuestras) convencido de que un cambio en esta situación es necesario para prevenir repercusiones negativas en la región decide el embargo y congelamiento de fondos del Estado Haitiano (32 ILM págs. 1206-1207, 1993).
34 Desde el punto de vista del Derecho Internacional, la razón de esta situación parte del no cumplimiento de Corea del Norte de su Acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía Atómica para la aplicación de salvaguardias, en conexión con el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, hecho en Viena, el 30 de Enero de 1992, que entró en vigor el 10 de Abril de 1992 (33 ILM 315, 1994).
En el Preámbulo de este Tratado se transcribe textualmente el párrafo 1 del art. 3 del Tratado de No Proliferación Nuclear de Londres de 1968 (7ILM 868, 1968), que establece un sistema de salvaguardias para prevenir la diversión de material nuclear de usos pacíficos a armas nucleares u otro mecanismo nuclear explosivo, para los países que no tienen armas nucleares.
El Consejo de Seguridad a través de la resolución N/825 solicita a Corea del Norte, que honre esas obligaciones (33 ILM 315, 1994).
35Entre las muchas lecciones que los líderes militares y políticos de Estados Unidos extrajeron de la guerra de Vietnam, una de ellas fue que los militares no podían desplegar sus fuerzas por mucho tiempo y en forma efectiva sin el apoyo de la opinión pública.
Otra lección fue que el apoyo del pueblo para el despliegue de fuerzas siempre había declinado a medida que las bajas norteamericanas aumentaban. Harry G. Summers. On Strategy: A Critical Analysis of the Vietnam War" New York, Dell, 1984.
Citar: elDial.com DC92 


 

 

 
 
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